En una aldea remota vivían campesinos que trabajaban la tierra de sol a sol. Su vida era dura y monótona, pero no conocían otra cosa. Solo uno de ellos, Leo, soñaba con algo más. Leo era un joven inventor que pasaba las noches construyendo una máquina que hiciera el trabajo del campo por ellos.

Un día, Leo terminó su obra y la presentó al Consejo de Ancianos. Era una máquina que podía arar, sembrar y cosechar con solo apretar un botón. Los ancianos quedaron asombrados y quisieron probarla. Leo les explicó cómo funcionaba y les entregó el mando a distancia.

La máquina se puso en marcha y empezó a hacer el trabajo de cientos de campesinos en cuestión de horas. Los ancianos no podían creer lo que veían. Se miraron entre ellos y se preguntaron qué harían ahora que no tenían que trabajar.

Algunos propusieron vender la máquina y repartirse el dinero. Otros sugirieron usarla para producir más alimentos y comerciar con otras aldeas. Pero Leo tenía otra idea. Les dijo que la máquina era un regalo del universo para liberarlos del trabajo y permitirles dedicarse al amor.

– ¿Al amor? – preguntaron los ancianos, extrañados.

– Sí, al amor – repitió Leo -. Al amor por vosotros mismos, por vuestras familias, por vuestros amigos, por vuestros sueños, por vuestro planeta. Al amor por la vida.

Leo les explicó que el trabajo no era el único sentido de la existencia. Que había muchas otras cosas que podían hacer para ser felices y crecer como personas. Que podían jugar, aprender, crear, explorar, compartir, ayudar, disfrutar…

Los ancianos se quedaron pensativos. Nunca habían tenido tiempo para esas cosas. Siempre habían estado ocupados en sobrevivir. Pero quizás Leo tenía razón. Quizás había llegado el momento de cambiar.

Así que decidieron darle una oportunidad a la idea de Leo. Anunciaron a toda la aldea que ya no tendrían que trabajar más gracias a la máquina y que podrían hacer lo que quisieran con su tiempo libre.

Al principio, los campesinos se sintieron perdidos y aburridos. No sabían qué hacer sin su rutina diaria. Pero poco a poco fueron descubriendo nuevas actividades y aficiones. Algunos se dedicaron a pintar, otros a cantar, otros a leer, otros a viajar… Cada uno encontró su pasión y su propósito.

Y lo más importante: se dieron cuenta de que había mucho amor en sus corazones. Amor por ellos mismos, por sus seres queridos, por sus vecinos, por su comunidad, por su entorno. Amor por la vida. Así fue como la aldea se transformó en un lugar lleno de alegría y armonía. Y así fue como Leo se convirtió en el héroe de su pueblo. El héroe que les enseñó el valor del amor.

Este cuento es una adaptación del cuento original publicado en la novela #lovetopía. El nuevo mundo que llevamos en nuestro corazón disponible para su descarga gratuita en PDF aquí o para comprarlo en papel aquí.