Por Vanda de Sousa, 30 de abril de 2025
En mis conversaciones con líderes, lo que escucho ya no es entusiasmo por el crecimiento — es agotamiento disfrazado de eficiencia. Es el silencio después de un “todo bien” o un encogimiento de hombros acompañado de un “es solo una fase”. Esto me lleva a preguntarme, una y otra vez, si el mayor acto de liderazgo hoy… no será la capacidad de parar.
Vivimos tiempos en los que las organizaciones sienten una presión constante por crecer, escalar, acelerar. El lenguaje dominante en los negocios (y en la sociedad) sigue privilegiando métricas de productividad, expansión y rendimiento continuo. Durante años nos enseñaron que liderar bien es escalar con eficiencia: ampliar equipos, operaciones, resultados, impacto.
Como líderes, nos hemos acostumbrado al léxico de la velocidad, como si el único camino posible fuera hacer siempre más y más. Pero… ¿y si el futuro del liderazgo no consistiera en escalar más rápido, sino en regenerar más profundamente?
Como facilitadora de procesos de autoconciencia y transformación cultural en organizaciones, soy testigo, con creciente frecuencia, de un agotamiento estructural. Los líderes están exhaustos, y los equipos oscilan entre la hiperproductividad y el agotamiento. Incluso en contextos donde se aplican metodologías ágiles, donde se habla de adaptabilidad, autonomía e innovación, es fácil que todo se reduzca a velocidad, entregas, sprints constantes.
Pero la verdadera agilidad no es solo correr más deprisa. Es responder con consciencia. Es crear espacio para la escucha, la presencia y el impacto sostenible. Es construir equipos que no solo entregan, sino que también se regeneran. Que no solo reaccionan, sino que también reflexionan.
Este es un paradoja difícil de ignorar: cuanto más insistimos en crecer a toda costa, más debilitamos los sistemas humanos que sostienen ese crecimiento. Por eso creo que ha llegado el momento de que emerja un nuevo paradigma. Un paradigma más sostenible, más profundo y, me atrevo a decir, más humano. Un paradigma que nos invite a regenerar, en lugar de seguir acelerando de forma automática y desenfrenada.
Parar no significa renunciar al crecimiento, sino crecer con discernimiento. Demasiada velocidad conduce inevitablemente al piloto automático, y el piloto automático rara vez favorece la innovación. Cuando crecemos sin consciencia, no necesariamente evolucionamos. A menudo simplemente repetimos patrones antiguos con mayor intensidad. Y ahí es donde surge el verdadero riesgo: agotamiento, desmotivación, apatía, pérdida de talento y de resiliencia organizacional.
Lo que propongo no es frenar por frenar. Es reconocer que, a veces, solo en la pausa podemos escuchar lo que realmente necesita emerger. Solo en ese espacio podemos reajustar la dirección, redefinir la estrategia e identificar el ritmo más sostenible — el que permite un crecimiento con futuro, no solo con prisa.
Creo profundamente que el liderazgo consciente, si quiere ser más que una bella idea, debe enraizarse en este principio regenerativo. Porque la conciencia sin acción integrada… no transforma.
Esta regeneración no es un concepto etéreo — es una práctica. Carol Sanford, una de las pioneras en este enfoque, nos recuerda que las organizaciones más vivas y resilientes son aquellas que invierten en el desarrollo humano como núcleo estratégico, y no como un complemento.
He tenido el privilegio de acompañar a líderes y equipos que, incluso en entornos de alta exigencia, eligen parar. Respirar. Sentir lo que ya no está funcionando, no solo en los procesos o en los objetivos, sino también en las relaciones, los ritmos, los modos de ser. Y es en esa pausa, en esa desaceleración consciente, donde algo empieza — lentamente — a cambiar.
Regenerar exige coraje.
El coraje de parar cuando todo a nuestro alrededor pide prisa.
El coraje de escuchar cuando el ruido interno grita soluciones.
El coraje de cambiar lo que ya no sirve, aunque un día haya sido útil.
El coraje de liderar con presencia, cuando el sistema nos empuja a la reactividad.
Creo profundamente que el futuro del liderazgo consciente depende de este giro. De sustituir el impulso de hacer siempre más por el compromiso de hacer con mayor intención. De decidir menos por reacción automática y más por alineación. De crear culturas donde sea posible crecer… sin perdernos.
Esta no es una propuesta contra el crecimiento. Regenerar no significa hacer menos. Significa hacer con más presencia, más propósito y más conciencia.
¿Qué podría cambiar en ti, en tu equipo, en tu organización… si crearas más espacio para regenerar?
Artículo publicado originalmente en: https://executiva.pt/regenerar-em-vez-de-escalar/