Vivimos en una era donde la globalización y los cambios tecnológicos avanzados crean mucha volatilidad e incertidumbre. Esto requiere recursos cognitivos y emocionales para mejorar la resiliencia y la gestión del estrés, facilitar la adaptación al cambio y aumentar la creatividad.
Las organizaciones líderes se están dando cuenta de este nuevo desafío y están poniendo el mindfulness en el centro de la agenda de desarrollo profesional. En resumen, el mindfulness (o la atención plena) se puede definir como una práctica que cultiva la capacidad de prestar atención al momento presente, y la investigación demuestra un amplio catálogo de beneficios que resultan de la práctica de mindfulness en los dominios funcionales de la atención, la cognición, la emoción y el comportamiento.
El siguiente es un resumen de los rasgos clave de liderazgo que la práctica continuada de mindfulness ayuda a desarrollar:
Autoconciencia y autogestión Los grandes líderes se destacan por liderarse a sí mismos primero. Un líder que tiene dificultad para reconocer y regular sus propias emociones tendrá mayor dificultad para reconocer y aceptar las emociones de los demás y comprender sus puntos de vista. La práctica de mindfulness permite la autoobservación sin prejuicios y una mejor regulación emocional. De esta forma, el líder tendrá mayor capacidad de relacionarse con su equipo y de responder de manera más adecuada e intencionada a las diferentes situaciones que se presenten.
Alineación: Sabemos que, para un liderazgo efectivo, el líder necesita estar alineado no solo con los valores de la organización, sino también con sus propios valores. Con mindfulness, el líder desarrolla la capacidad de observarse a sí mismo en cada momento, definir intenciones y reconocer el impacto de sus acciones. Esto permite una mayor claridad sobre lo que es importante para él y la organización, lo que genera una mayor conciencia cuando sus acciones pueden alejarlo de sus propios valores.
Resiliencia: Los contratiempos y la incertidumbre son parte del día a día de las organizaciones. La capacidad de enfrentarse a los obstáculos, mantener la motivación y recuperarse con facilidad se convierte en fundamental para un buen liderazgo. La práctica de mindfulness aumenta la metacognición, mejora la regulación emocional y disminuye la respuesta impulsiva. Como resultado, con mayor calma y perspectiva, el líder podrá adaptarse más fácilmente al momento y actuar con mayor asertividad.
Colaboración: Para un liderazgo efectivo, la capacidad de comprender el punto de vista del otro y poner sus propios sentimientos en perspectiva es esencial. El mindfulness desarrolla la autoconciencia y la regulación emocional, lo que genera una mayor capacidad de reconocimiento del otro y fomenta la empatía. Con la práctica de mindfulness, el líder es capaz de generar ambientes de trabajo con seguridad psicológica, creando una mejor conexión humana y equipos más colaborativos.
Agilidad: En un contexto de gran velocidad y cambio, los líderes están cada vez más preocupados por la necesidad de innovación y rápida adaptación, integrando una cultura de gestión ágil en la empresa. La capacidad de enfocar, ser claro, comunicar y empatizar es clave para implementar estas metodologías y la práctica de mindfulness se ha utilizado exponencialmente para desarrollar estas habilidades.
En definitiva, la práctica de mindfulness facilita salir del modo «piloto automático» y crear espacio y perspectiva ante el cambio. Así, será más probable que el líder gestione su enfoque, regule sus emociones, genere mayor empatía, tome decisiones más meditadas y se adapte a cada situación con una respuesta más efectiva y productiva. Al mismo tiempo, el mindfulness sin duda desarrollará equipos más satisfechos, con niveles de estrés más bajos y un enfoque de trabajo más colaborativo.
Artículo publicado originalmente en la página de ISEG aquí: How mindfulness can make you a better leader – ISEG Executive Education
