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El carnaval de todos los días

¡Me gusta mucho el Carnaval! Pero me gusta más el carnaval tradicional, el de los pueblecitos de mi infancia, que el nuevo carnaval que importamos de Brasil. El carnaval es, en todo caso, un momento de diversión y de alegría al que me gusta asistir y que, por observación, siempre se convierte en un momento de reflexión

Nos quejamos de las máscaras que los adultos se ponen todos los días, fingiendo ser quienes no son, fingiendo ser lo que no sienten, ocultando lo que piensan, mintiendo, viviendo una vida fingida. Incluso sentimos que, en Carnaval, algunos tienen la oportunidad de quitarse realmente las verdaderas máscaras de la vida y vivir esos días con mayor libertad.

En la vida nos ponemos la máscara de la mujer/hombre perfecto, la mejor profesional, la jefe, del superhéroe que no teme a nada, del que nunca falla, del campeón, del que tiene una vida perfecta, del padre/madre perfecto, del que tiene mucho dinero, del que nunca grita, del que no se deprime, del que ama lo que hace, del que siempre está bien…

Nos ponemos estas máscaras casi inconscientemente para estar a la altura de las expectativas que los demás tienen de nosotros. Algunas las adquirimos a lo largo de nuestra vida, otras perduran desde que éramos niños. Y sin darnos cuenta entramos en la rueda viviente de la farsa…

En esta época de Carnaval propongo una reflexión: ¿qué máscaras les ponemos a nuestros hijos?

Cuando mi hija llora de dolor, tristeza o frustración y le digo: “no llores”, “no hay por qué llorar”, “ya ​​pasará” en vez de escucharla, respetar sus sentimientos y ayudarla a gestionar estas emociones, ¿qué hago si no ponerle la “máscara de la fuerte”, aun cuando ella se sienta débil, necesitada, desilusionada, necesitada de ser escuchada y comprendida?

Cuando mi hijo toma las muñecas de su hermana para jugar y le digo “no puedes jugar con eso porque es un juego de niñas” o cuando insisto en vestir a mi hija como una princesa cuando ella solo quiere usar pantalones, ¿qué hago si no ponerles la “máscara de género”, impidiéndoles expresarse y expresar cómo se sienten?

Cuando quiero e insisto en que mi hijo empiece a leer y escribir incluso antes del primer año de escuela, cuando lo colmo de actividades y no le dejo tiempo libre para jugar, cuando espero que su comportamiento sea siempre tranquilo, respetuoso y centrado, que hago si no ponerle la “máscara del mayor”, ¿no dejándolo ser el niño que es, a la edad que realmente tiene?

Cuando llamo a mis hijos o a mis alumnos: vagos, estúpidos, tontos, incompetentes, aburridos, estúpidos, etiquetandolos y no a su comportamiento, ¿hago so no ponerles “máscaras de personalidad” en que creen y que a menudo duran toda la vida?

Cuando le digo a mi hija “no me gustas así”, “ni siquiera te pareces a mi hija” o incluso cuando la elogio o le digo que la amo solo cuando hace cosas que apruebo, ¿qué hago si no ponerle la “máscara de la expectativa” que tratará de cumplir, creyendo que mi amor es condicional? ¿O muchas veces llegando a la adolescencia, quitándome la máscara y dándome la sensación de que en realidad ya no la conozco?

Ponemos tantas máscaras a los niños (¡estos y tantos otros!), que la mayoría crece sin poder ser lo que realmente es, creyendo en las etiquetas que le ponen y comportándose de acuerdo con las expectativas de los padres, maestros, amigos, de la sociedad.

Llegamos a adultos con baja autoestima, muchas veces disfrazados de arrogante confianza, con vidas “tipo Facebook y instagram” de buenos momentos, buenas fotos, relaciones perfectas, cuando en realidad nos perdemos por el camino…

Nos acostumbramos a esta (sobre) vida y ni nos damos cuenta del miedo que tenemos a quitarnos las máscaras, porque ya no sabemos quiénes somos detrás de ellas.

Que este Carnaval sea una oportunidad para divertirnos, pero también para (re)conocernos, mirándonos en el “espejo” y reflexionando sobre las máscaras que hemos ido acumulando a lo largo de nuestra vida.

Que sea también una oportunidad para mirar a cada niño, cada hijo, cada alumno, tal como es y no como espero que sea.

Que podamos crear momentos de conexión. Con quien amamos. Siendo lo que somos. Simplemente y sin máscaras.

Artículo publicado originalmente aquí: https://blog.academiadeparentalidade.com/2017/02/23/carnaval-os-dias/

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