Una alta montaña cubre con su sombra una pequeña aldea durante todo el día. Los niños, por falta de sol, crecen raquíticos.
Cierto día, los habitantes ven como un anciano se aleja de la aldea
llevando una cucharita de porcelana en la mano.
– ¿A dónde vas?, le preguntan.
– Voy a la montaña – responde el anciano.
– ¿Y qué vas hacer ahí?
– Voy a mover la montaña.
– ¿Con qué?
– Con esta cucharita de porcelana.
– ¡Jaa, jaaa, nunca podrás!
– Ya lo sé. Nunca podré, pero es necesario que alguien comience
PD: Este cuento aparece impreso en un bloc de notas que nos entregó Eva Chornet durante uno de nuestros cursos ¡Gracias, Eva!