Cuando la desesperación crece en mí
y me despierto en la noche al menor ruido,
temiendo por lo que pueda ser mi vida y la de mis hijos,
me voy y me acuesto donde el pato de madera
descansa en su belleza sobre el agua, y la gran garza se alimenta.
Entro en la paz de las cosas salvajes
que no gravan sus vidas con el prejuicio
del dolor.
Entro en la presencia del agua quieta.
Y siento sobre mí las estrellas ciegas de día
esperando su luz.
Por un tiempo, descanso en la gracia del mundo y soy libre.