En los últimos años, el concepto de Mindfulness es cada vez más conocido, más estudiado y más publicitado. Este aumento de notoriedad tiene la ventaja de permitir que muchas más personas lo conozcan y practiquen, pero presenta la desventaja de que, en muchos ámbitos, Mindfulness es un concepto vulgarizado, poco claro y a menudo incomprendido.

Dentro de aquellos que no tienen experiencia con la práctica de Mindfulness, observo dos extremos: aquellos que reciben el concepto con la expectativa de que es una panacea para todos los males y aquellos que lo niegan por conectarlo con varios mitos a su alrededor, es decir, a una práctica religiosa, hippie, «de moda».

Quizás parte de esta confusión y malentendido se debe a que Mindfulness es en sí mismo un concepto extremadamente simple, pero generalmente difícil de cultivar y practicar.

Todos tenemos la capacidad de «practicar mindfulness» en varios momentos de nuestras vidas. De hecho, es una capacidad humana básica, pero el ritmo frenético en el que vivimos y la cantidad de distracciones que nos rodean han hecho que nos olvidemos de “practicar».

El Mindfulness (traducido habitualmente en castellano como “atención plena”) es la capacidad de estar presente en el momento actual, el aquí y ahora, consciente de lo que sucede dentro de nosotros (pensamientos, emociones, sensaciones físicas) y a nuestro alrededor. Y míralo con una actitud de curiosidad, amabilidad y no juicio.

La “atención plena” también se puede entender por lo que no es. Aunque algunas de las prácticas de atención plena son prácticas meditativas (que con el tiempo también se han utilizado con fines espirituales), la atención plena no es una religión, ni es inherentemente un concepto místico o espiritual. Se puede practicar de manera perfectamente secular. La atención plena no es aclarar nuestros pensamientos y negar nuestras emociones. Más bien, es entender cómo funciona la mente y saber cómo acoger y reconocer los pensamientos y las emociones para tratarlos mejor. La atención plena tampoco es un «tratamiento» para todos los males, no es una solución rápida, es una práctica y, como tal, requiere intención y disciplina. Y un aprendizaje continuo.

Para practicar Mindfulness, tampoco tenemos que alejarnos y aislarnos del mundo. Como dice John Kabat-Zinn (responsable de introducir la atención plena en la práctica clínica): la verdadera meditación está en tu vida. La atención plena contempla varios tipos de práctica que exploraremos en otros artículos: algunas prácticas dedicadas, como la meditación, y otras prácticas integradas que tienen como objetivo llevar esta calidad de atención plena a los diversos momentos y tareas de la vida.