Un maharajá de la India ordenó que reunieran a todos los ciegos de una ciudad y ordenó colocar un elefante frente a ellos para que contaran qué era aquel animal.
Después de tocar la cabeza, algunos dijeron: “¡Parece una palanca del engranaje del molino!”.
Quienes palparon la oreja, aseguraron: “¡Es un abanico para hacer viento!”.
Aquellos que tocaron los colmillos dijeron: «¡Es como la vara de un arado!».
Finalmente, los que palparon el cuerpo afirmaron: “¡Es como un granero!”.
Y así, como cada uno estaba convencido de lo que decía, empezaron a discutir, se insultaron y acabaron peleándose, reclamando todos su única verdad.
– Ramiro Calle en su libro «Los mejores cuentos espirituales de Oriente«