Es fácil enseñar, predicar, dar respuestas memorizadas.
Es fácil ser un experto.
Es más difícil escuchar, escuchar de verdad.
Estar quieto y esperar.
Para darle espacio a alguien.
Recibirlo con todo tu ser.
Cuando creas que sabes qué es "mejor" para alguien,
cuando estés entusiasmado con tu propia visión,
cuando quieras dar un buen consejo de inmediato,
respira hondo.
Confia.
Es posible que tu amigo no necesite lo "mejor" en este momento.
Puede que "sólo" te necesite a ti.
La conexión puede ser la medicina más potente.
A veces, las verdaderas respuestas llegan
cuando dejamos que las preguntas “respiren”.