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El esqueleto del yo

Una práctica de meditación completa entrena cinco elementos: atención, intención, actitud, acción e impacto. Ayuda entender la atención, la intención y la actitud (los tres primeros) como el triángulo superior que con facilidad representa la mente, la práctica dedicada o el ser. Por otro lado, la actitud, la acción y el impacto (los tres últimos) conforman el triángulo inferior y representan el cuerpo, la práctica integrada o el hacer. La actitud conecta ambos triángulos. Este dibujo lo ilustra de manera sencilla. Si quieres conocer mejor y más profundo, por favor consulta estas publicaciones anteriores: «Entrenamiento en atención, intención y actitud» y «Entrenamiento en actitud, acción e impacto (parte 1) y (parte 2)».

El esqueleto de la concienca

He buscado un nombre para este dibujo, un nombre que facilite entender mejor la práctica y compartir lo que significa meditar durante los talleres y cursos que ofrecemos. El primer nombre que me pareció adecuado es «el esqueleto de la conciencia». También sentí que «el esqueleto de la energía» funciona. Sin embargo, en este momento, elijo llamarlo «el esqueleto del yo» (en inglés, the skeleton of the self), incluso aceptando que queda estrecho para transmitir todo lo que hay detrás.

El esqueleto del yo es un marco conceptual que ayuda a navegar con comodidad alrededor de las dos preguntas fundamentales de la vida: «¿quién soy yo?»  y «¿para qué estoy aquí?». Estas dos preguntas también pueden tener diferentes formulaciones, como la utilizada por Otto Scharmer en su Teoría-U: «¿cuál es mi Ser?» y «¿cuál es mi Trabajo?».

La razón detrás de mi elección del «esqueleto del yo» es porque facilita, por definición, el primer nivel de comprensión: es un esqueleto, algo oculto pero omnipresente en todos los seres que es clave para explicar cualquier experiencia o movimiento. También, porque mueve «el yo».

Estos dos dibujos introducen lo que quiero decir en este momento cuando escribo «el yo».

El yo: la forma afuera y la forma adentro

Con independencia de si tienes una experiencia masculina, una experiencia femenina o una experiencia intermedia (izquierda: «la forma del yo afuera»), podrás identificar estas cinco experiencias dentro de ti (derecha: «la forma del yo interior»):

  1. la experiencia situacional, o el yo situacional, que ilustra lo que experimentas en una situación conformada de tiempo, espacio, objetos y relaciones.
  2. la experiencia mental, o el yo mental, que ilustra lo que estás pensando en cualquier situación.
  3. la experiencia emocional, o el yo emocional, que ilustra cuáles son tus emociones en cualquier situación y con cualquier pensamiento.
  4. la experiencia física, o el yo físico, que ilustra lo que tu cuerpo físico siente en cualquier situación, con cualquier pensamiento y con cualquier emoción.
  5. la experiencia energética, o el yo energético, que ilustra cuál es tu campo de energía en cualquier situación, con cualquier pensamiento, con cualquier emoción y en tu cuerpo físico.

Estos cinco elementos de «la experiencia del yo» (o la autoexperiencia, como me sugiere Microsoft Word) se organizan en torno a dos ejes:

  • el eje horizontal se refiere al tiempo: «el pasado» está a la izquierda; «el futuro» está en la derecha. Por supuesto, como lo único real que podemos experimentar es «el momento presente», escribo «el pasado» o «el futuro» refiriéndome a esas experiencias sobre «el pasado» o sobre «el futuro» que, consciente o inconscientemente, están incluidas en mi momento «presente».
  • el eje vertical se refiere a la energía de la vida: «el masculino yang» está arriba; «el femenino yin» está abajo. Estos conceptos, por sí mismos, admito que puedan resultar confusos (e incluso conflictivos), pero me gustaría pedir algo de fe aquí para continuar. Así que, por favor, acéptalos en el entendimiento más sencillo, donde » masculino yang» se refiere a cuán consciente o inconscientemente estoy «cerrado» con respecto a la experiencia actual, y «femenino yin» se refiere a cuán consciente o inconscientemente estoy «abierto» con respecto a la experiencia actual.
  • el punto de cruce de los ejes es «el presente» donde «las energías se encuentran y se equilibran«.

Este tercer dibujo integra completamente estos conceptos e ilustra a qué me refiero cuando escribo «el yo«. Sé que «poner nombres» puede ser algo resbaladizo, pero es algo clave para poder comunicarnos mejor entre nosotros. Otras veces es posible que me referí a este «el yo» de una manera más descriptiva, como «los 5 niveles del yo«, «las 5 experiencias del yo» o «la forma del yo«.

Los 5 niveles del yo

Una vez que tenemos una comprensión mutua de “el yo”, vamos a recuperar «el esqueleto del yo» y ver cómo encaja. Permíteme recordar la definición: «ese algo oculto pero omnipresente en todos los seres (humanos) que es clave para explicar cualquier experiencia o movimiento». Además, recordamos también que tiene cinco elementos: atención, intención, actitud, acción e impacto. Por si acaso, declaro que es una coincidencia que en ambos casos estemos hablando de cinco. Por favor, ten en cuenta que no hay ninguna correlación y que es solo una hermosa coincidencia.

En este punto, es especialmente importante resaltar que es la atención, y solo el movimiento de la atención, lo que ayudará a darnos cuenta de los cinco niveles del yo. De hecho, las tres prácticas básicas del mindfulness (la atención focalizada, la atención abierta y escaneo corporal) comparten este objetivo común y nos entrenan para que podamos, voluntariamente:

  1. mover nuestra atención hacia el entorno (que es nuestra experiencia situacional);
  2. mover nuestra atención hacia los pensamientos (que es nuestra experiencia mental);
  3. mover nuestra atención hacia las emociones (que es nuestra experiencia emocional);
  4. mover nuestra atención hacia la respiración y las sensaciones físicas (que es nuestra experiencia física);

Por supuesto, también es importante notar que la atención focalizada consiste en «cerrar» o estrechar la atención hacia algo (como respirar) y la atención abierta consiste en «abrir» o ampliar la atención hacia el todo (como todo lo que te pase por la mente). Ambas prácticas se correlacionan con el entrenamiento de las dos manifestaciones básicas de nuestra experiencia energética: «el cerrar» y «el abrir».

Además, las prácticas de mindfulness más completas nos guían a retroceder y reflexionar sobre experiencias pasadas, o a avanzar y visualizar escenarios futuros.

Por otro lado, cualquiera de los movimientos básicos en el esqueleto se manifiesta en un movimiento de empujar y / o tirar de varios de «los 5 niveles del yo». Estos son unos ejemplos muy sencillos:

  • dirigir tu atención mueve el yo mental y el yo físico;
  • elegir una intención mueve el yo mental y el yo emocional;
  • encarnar una actitud mueve el yo emocional y el yo energético;
  • realizar una acción mueve el yo físico y el yo energético;
  • monitorizar un impacto mueve el yo mental y el yo energético.

De alguna manera, este cuarto dibujo actúa como un «mapa del yo» que está en tu interior, un mapa construido con «los 5 niveles del yo» más «el esqueleto del yo». Este mapa da pleno significado y orden a conceptos y prácticas orientados hacia “la conciencia del yo” o la «autoconciencia» (en inglés, self-awareness), “el conocimiento del yo” o el «autoconocimiento» (en inglés, self-knowledge) y “la gestión del yo” o la «autogestión» (en inglés, self-management).

El mapa del yo

Completo este artículo añadiendo una perspectiva sobre cuál es el movimiento más básico que queremos crear y experimentar cuando empezamos a practicar cualquier forma de meditación.

La hipótesis de partida siempre es estamos tan distraídos, tan inconscientes del yo, que nos comportamos en piloto automático y que reaccionamos sin capacidad de elección a lo que sucede a nuestro alrededor y dentro de nosotros. Esta reacción se entiende compulsiva, sin control sobre el impacto que estamos provocando en nosotros mismos (habitualmente, sufrimiento en cualquiera de sus tipos) y en nuestras relaciones con los otros (habitualmente, conflicto en cualquiera de sus tipos).

A partir de este punto de partida, mediante una práctica repetida, (algo que me gusta describir como las 4Ps de la meditación: «practicar, practicar y practicar con paciencia»), seremos capaces de superar las distracciones y gestionar nuestra atención «para darnos cuenta de la totalidad del yo en el momento presente».

Este movimiento se representa en este quinto y último dibujo.

El primer movimiento de la meditación

Si hablamos de mindfulness, la herramienta clave es la «atención», así que diremos que es un «enfoque de arriba hacia abajo» para darnos cuenta (construir conciencia) del yo. Si hablamos de otros tipos de meditación, como el yoga o la sexualidad consciente, la herramienta clave se enmarca mejor en la «acción» (respectivamente, las posiciones de yoga o el masaje corporal), por lo que diremos que estas prácticas siguen un «enfoque de abajo hacia arriba«. Por supuesto, toda práctica completa de meditación abarcará y entrenará los 5 elementos del esqueleto del yo, sea cual sea el primer elemento con el que empecemos.

Antes de cerrar esta reflexión es particularmente importante reconocer que todo lo que hemos dicho sobre “el yo” no debe entenderse en ningún caso como una verdad absoluta. Por el contrario, todo lo dicho sobre el yo es solo una pequeña perspectiva de una verdad infinita. Ningún pensamiento, ninguna palabra y ningún dibujo puede abrazar el infinito. La realidad es una totalidad unificada. El yo es una totalidad unificada.

Pero solo tenemos pensamientos, palabras y dibujos para comunicarnos entre nosotros. Y sí, los pensamientos, las palabras, los dibujos fragmentan la realidad. Lo sé. Esto tal vez arrastre a falsas percepciones sobre la verdad fundamental de la totalidad unificada, como cualquier creencia de que el yo se puede dividir y separar, que cada parte tiene autonomía y que puede ser tratada individualmente.

Sin embargo, siento profundamente que esta vista simple de lo que somos (en tanto que seres humanos) nos ayuda en la integración y evolución de nuestra práctica de meditación. También siento que cuando este “mapa del yo” acaba sembrado en tu interior lo suficientemente profundo, ayuda de muchas maneras a recorrer el camino que nos lleva a convertirnos en un mejor ser humano y a contribuir a un mundo mejor y más hermoso.

Siendo así, solo espero y deseo que esta reflexión también te ayude a ti y a cualquiera que se acerque a leerla.

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